Decidió sacar la entrada. La película estaba a punto de comenzar y su amigo no había aparecido. Ya que estaba allí, no iba a perder la oportunidad de ver la película que tanto le interesaba.
-Una entrada, por favor. A ser posible en la última fila.
La aburrida taquillera repasó las butacas libres y no encontró ninguna en la última fila. -Lo siento, sólo quedan en la novena , se ve bien desde ahí también.
Resignada entró en la sala. Ya habían apagado las luces y le costó algo localizar su sitio. Hubiera preferido estar en la última fila, resguardada por la pared.
La película era un musical. Las canciones y los bailes se mezclaban entre el guión, y cuando sonaba la música el volúmen en la sala llegaba a ser ensordecedor.
Nadie escuchó su grito ahogado cuando el cable le bordeó el cuello hasta dejarla sin aliento.
Hubiera sido mejor, indudablemente un asiento en la última fila.